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Nunca debemos dejar a Dios en el abandono, sin importar lo que nos pase, siempre debemos tener fe


PASCUA JUVENIL

  

"L��mpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi camino" Sal 119, 105 
 
 
 
 

 

 
 

El lema que ha escogido el Santo Padre Benedicto XVI para la XXI Jornada de la Juventud de este año (que corresponde a la celebraci��n local) es: "L��mpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi camino" (Sal 119, 105), nos pone en una din��mica muy interesante, de acercamiento de los j��venes a la Palabra de Dios.

En los procesos de Pastoral Juvenil no puede faltar una lectura actual y profunda de la Biblia, pues el mismo salmo 119, 9 ��¿C��mo el joven guardar�� puro su camino? Observando la Palabra��, nos llama a detenernos por un momento, en una lectura atenta de las sagradas escrituras.

Para la celebraci��n de la Pascua Juvenil de este año, proponemos una serie de encuentros B��blicos que van llevando al joven a partir de la lectura de la Biblia, a una confrontaci��n personal y comunitaria consigo mismo, con los dem��s y con Dios. 

El Evangelio del Disc��pulo Amado.  

Durante esta Pascua Juvenil 2006, tendremos un contacto muy especial con el Evangelio de San Juan, un Evangelio riqu��simo en Teolog��a, signos y estilos especiales. Su redacci��n la podemos ubicar despu��s del año 80.D.C. aproximadamente. Han pasado mas de 50 años de la Muerte y Resurrecci��n del Señor, lo cual, nos dice que es un Evangelio que se ha tomado su tiempo necesario para ser meditado y escrito, sin afanes. Por eso es un Evangelio que vale la pena meditarlo con mucha calma y estar muy atentos a ciertos signos y figuras que el evangelista nos presenta. 

Esta es apenas una propuesta para los encuentros con los j��venes, no pretende ser un estudio exeg��tico del Evangelio de Juan, tampoco pretende reemplazar las celebraciones propias lit��rgicas de la Semana Santa, al contrario, este itinerario B��blico genera en el grupo la necesidad de asistir comunitariamente a las celebraciones. Igualmente, da espacio para la creatividad en la organizaci��n de los comit��s que organizan la pascua para los j��venes.   

Aunque hay encuentros que var��an de otros, el esquema general de los encuentros podr��a proponerse as��:  

  1. Bienvenida.
  2. Canto de Ambientaci��n.
  3. Oraci��n.
  4. Lectura del Texto
  5. Meditaci��n y explicaci��n
  6. Actividad
  7. Compromisos
  8. Oraci��n final.
 

¡Buena lectura, y Felices Pascuas! 

P. Aldemar Augusto Ram��rez Giraldo                                         Luis Vicente Sep��lveda R.

Director Seccion de Infancia y Juventud                                         Secci��n de Infancia y Juventud

Conferencia Episcopal de Colombia              Conferencia Episcopal de Colombia 

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El encuentro de los disc��pulos y Jes��s 

Miremos el texto de Jn 1, 35-39:

Jes��s se volvi�� y al ver que le segu��an les dice: ¿Qu�� busc��is? Ellos le respondieron: Rabb�� - que quiere decir maestro - ¿d��nde vives?

35 Al d��a siguiente, Juan se encontraba de nuevo all�� con dos de sus disc��pulos.

36 Fij��ndose en Jes��s que pasaba, dice: He ah�� el Cordero de Dios

37 Los dos disc��pulos le oyeron hablar as�� y siguieron a Jes��s.

38 Jes��s se volvi�� y al ver que le segu��an les dice: ¿Qu�� busc��is? Ellos le respondieron: Rabb�� - que quiere decir maestro - ¿d��nde vives?

39 Les respondi��: Venid y lo ver��is. Fueron, pues, vieron donde ��l viv��a, y se quedaron con ��l aquel d��a. Era m��s o menos la hora d��cima.

 

 

Jn 1, 38 

Un cambio de escuela 

Si leemos el texto despacio, nos damos cuenta que al comienzo, los dos disc��pulos est��n en la escuela de Juan el Bautista, aprendiendo y muy atentos a sus enseñanzas. Ocurre algo curioso, Juan les muestra quien es el Cordero de Dios (V 36). Esta es la segunda vez que lo anuncia, pues ya lo hab��a hecho antes cuando estaba bautizando (V 29). Juan sabe muy bien qui��n es el que esta pasando, es m��s, tiene sus ojos puestos en Él. No sabemos de qu�� manera el Bautista les habla de Jes��s a sus disc��pulos, pero lo que si sabemos es que muy seguramente les present�� Jes��s con tal entusiasmo y tal emoci��n, que sus mismos disc��pulos lo siguieron.   

Esto nos debe llamar profundamente la atenci��n de la manera c��mo estamos invitando a los j��venes a nuestros procesos y a nuestros grupos. Hoy, en nuestro pa��s, ¿qu�� tan atractiva es la Pastoral Juvenil para los j��venes? ¿Es realmente la Pastoral Juvenil una propuesta de "cambio de escuela" para muchos j��venes que andan en otros caminos?  

Sigamos leyendo el texto. Jes��s se da cuenta que es seguido por dos personas. Ellos logran captar su atenci��n, a pesar que hasta el momento no han tenido ning��n contacto y ning��n encuentro. La pregunta de Jes��s es genial�� ¿Qu�� busc��is? Vale la pena aqu�� detenernos un momento y pensar�� ¿qu�� es lo que busco de Jes��s?

Maestro, ¿d��nde vives? 

 

Llama la atenci��n que estos dos personajes, no dejan de verse a s�� mismos como disc��pulos, y reconocen la autoridad de Jes��s como maestro. Pero tambi��n llama la atenci��n de que teniendo a un maestro de la talla de Jes��s, no le pregunten alguna cosa que tenga que ver o con la escuela de Juan, o con alguna cuesti��n intelectual. Su pregunta es simple: ¿D��nde vives? Esto demuestra un profundo inter��s de estar con Jes��s, quiz��s la pregunta sea para asegurarse de que habr�� una pr��xima vez para que se vuelvan a encontrar con Jes��s, para seguir viniendo luego. Los disc��pulos quieren asegurarse en donde van a encontrar a Jes��s despu��s.  

Venid y lo ver��is 

Jes��s responde  inmediatamente a su pregunta, pero de una manera distinta. Jes��s no les dice en d��nde vive, o mostr��ndoles una ��direcci��n��, sino que va con ellos y les muestra el lugar. Esto es bien importante en todo el ministerio de Jes��s, ya que no es algo netamente que se pueda hablar, sino vivir. La experiencia de Jes��s se conoce cuando se vive personalmente, y por eso llegan hasta donde viv��a��y se quedaron con Él.  Despu��s de vivir la experiencia en donde Jes��s los invita a su casa, ellos deciden quedarse con ��l, dejar a su antiguo maestro Juan y seguir ahora a Jes��s.  

Un Cambio de d��a�� 

Juan nos indica la ��hora d��cima�� quiz��s un dato que f��cilmente pase desapercibido. Pero tiene un significado bien hermoso, pues ubicamos esta hora como al caer la tarde, al final del d��a. Es decir, hasta hoy se ha vivido una realidad, pero mañana ser�� otra al lado de Jes��s. El cambio de d��a significa el cambio radical de seguir a Jes��s.  
 
 
 
 
 
 

Preguntas para la  reflexi��n en grupo:

1. ¿De que manera estamos anunciando a Jes��s para que muchos j��venes lo sigan?  

2. ¿Qu�� estar��an buscando los dos disc��pulos, que cuando ven quien es el cordero de Dios, lo siguen?

3. ¿Qu�� es lo que estoy yo buscando para mi vida?

4. ¿A quienes tengo por maestros? ¿Qu�� me enseñan ellos? ¿Hacia donde me llevan?

5. ¿C��mo es mi testimonio de vida?

6. ¿Estoy atento a lo que Jes��s me quiere enseñar?

7. ¿C��mo est�� mi b��squeda de Dios y de la felicidad? 

Actividad.  

Materiales: Varias cuerdas de diferentes dimensiones, Biblia. (espacio abierto)  

Se amarran varias cuerdas entrelazadas entre s��. Unas llevan a sitios donde no se puede seguir m��s. Pero hay una cuerda que lleva a un lugar: el altar. Luego de que est�� instalada la cuerda (los j��venes no pueden ver las cuerdas, para esto se les ubica en un lugar donde no las puedan ver), se les venda los ojos a los muchachos y se les pide que avancen sin soltar la cuerda. Ellos avanzaran sin saber a donde van. En los sitios donde no sigue mas cuerda, puede haber alguien golpeando suavemente a los participantes. La actividad termina cuando los participantes, luego de devolverse y volver a comenzar por una y otra cuerda, llegan al altar. All��, se les quita las vendas de los ojos y encuentran expuesto el sant��simo sacramento. Se hace un poco de oraci��n, y si es posible, se termina el encuentro con la Eucarist��a, y se comenta entre los j��venes qu�� y como se sintieron durante la actividad.   
 
 
 

Amad y seguid a la Iglesia que ha recibido de su Fundador la misi��n de indicar a los hombres el camino de la verdadera felicidad. No es f��cil reconocer y encontrar la aut��ntica felicidad en el mundo en que vivimos, en el que el hombre a menudo es reh��n de corrientes ideol��gicas, que lo inducen, a pesar de creerse "libre", a perderse en los errores e ilusiones de ideolog��as aberrantes. Urge "liberar la libertad" (cfr. Enc��clica Veritatis splendor, 86)

Benedicto XVI, Mensaje para la XXI Jornada Mundial de la Juventud 2006

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

��Crey�� el hombre en la Palabra que Jes��s la hab��a dicho y se puso en camino��

Jn 4, 50 
 
 
 

Leamos detenidamente el texto de Jn 4, 46-54:

46 Volvi�� pues, a Can�� de Galilea, donde hab��a convertido el agua en vino. Hab��a un funcionario real cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaum. 47 Cuando se enter�� de que Jes��s hab��a venido de Judea a Galilea, fue donde ��l y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. 48 Entonces Jes��s le dijo: ��Si no veis señales y prodigios, no cre��is�� 49 Le dice el funcionario: ��Señor, baja antes que se muera mi hijo�� 50 Jes��s le dice: ��Vete, que tu hijo vive�� Crey�� el hombre en la palabra que Jes��s le hab��a dicho y se puso en camino. 51 Cuando bajaba, le salieron al encuentro dos siervos, y le dijeron que su hijo viv��a. 52 Él les pregunt�� entonces la hora en que se hab��a sentido mejor. Ellos le dijeron: ��Ayer en la hora s��ptima le dejo la fiebre�� 53 El padre comprob�� que era la misma hora en que le hab��a dicho Jes��s: ��tu hijo vive�� y crey�� ��l y toda su familia.

54 Esta nueva señal, la segunda, la realiz�� Jes��s cuando volvi�� de Judea a Galilea.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Un tal Jes��s... 

Poco a poco, el nombre y la fama de Jes��s se fueron extendiendo por todo Israel. Aquel fen��meno de milagros y curaciones estaba ya en boca de muchas personas. Jes��s ahora vuelve despu��s de un tiempo, a Can��, precisamente donde tuvo su primer milagro. Muy seguramente todos los cananeos se acercaron a ver que milagro pod��an obtener de Jes��s. Por eso Jes��s les dice, casi con un aire de tristeza y desilusi��n: ��Si no veis señales y prodigios, no cre��is�� (v 48).  Jes��s espera que las personas tengan fe, y que no solo busquen milagros o señales. Mas adelante, Jes��s le dir�� a Felipe: ��Porque me has visto has cre��do, Dichosos los que no han visto y han cre��do�� (Jn 20, 29) 

Aparece aqu�� entonces la insistencia del funcionario, para quien lo que mas importa ahora es su hijo, aunque est�� lejos de Jes��s. Y desea que ��l mismo lo sane. El funcionario ten��a dos opciones: o sentirse aludido por las palabras de Jes��s por el inter��s en solamente los milagros y señales y retirarse...o seguir insistiendo, pero con FE.  

La mejor decisi��n que pudo tomar: Creer...y ponerse en camino.  

La fe no es algo que nos mantiene est��ticos. Como lo veremos mas adelante, la fe nos env��a a la misi��n, nos propone un camino, un proyecto de vida. Los j��venes no estamos para quedarnos quietos, al contrario, tenemos que ��movernos�� m��s que otros que no creen. Esa Fe misma que nos lleva a que nosotros como j��venes movamos las montañas que nos retan a salir de nuestra quietud. Creer en Jes��s nos lleva a luchar por un mundo nuevo, por un pa��s mas justo, por una Iglesia joven y activa que sirva a los m��s necesitados. Creer en Jes��s significa ser inconforme con la realidad de los j��venes de nuestro pa��s y ponernos en camino para construir una nueva juventud que aporte realmente al desarrollo del pa��s.  

La fe es un Don de Dios ante todo. Nuestra tarea en esta Pascua Juvenil es descubrir c��mo recibo ese regalo de Dios, y c��mo respondo a ese regalo. La fe es algo tan central en la vida, que San Pablo lleg�� a decir: ��Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe�� (1 Cor 15, 14).  La Fe es tambi��n un acto de confianza en nuestro Padre Dios que nos ha anunciado Jes��s, y que conocemos solamente por Jes��s. Si nos arriesgamos a conocer a Jes��s, conocemos tambi��n al Padre, para creer en Él.   

Volvamos a una de las preguntas del primer d��a: ¿Qu�� es lo que busco de Jes��s? ¿Qu�� es lo que Jes��s espera de mi seg��n este texto? Son cuestiones que en ning��n momento debemos dejar de lado. Lo importante es que busquemos a Jes��s, y creamos en Él.  En eso se podr��a resumir todo el trabajo de la Pastoral Juvenil.  Hacer que los j��venes busquen a Jes��s, crean en Él, y se pongan en camino.  

La Experiencia comunitaria de la Fe: Y crey�� ��l y toda su familia... 

Cuando uno cree en el Señor, no puede guardarse eso para s�� mismo, no porque no se debe ser ego��sta, sino que la misma alegr��a de vivir la experiencia de Jes��s nos lleva a anunciarlo a nuestra familia.

Desafortunadamente, algunos j��venes van a la parroquia o al grupo juvenil, por buscar un espacio para huir de los problemas de casa, de las peleas con pap�� o mam��, etc. Pero ser�� que lo que vivimos, creemos y celebramos en el grupo juvenil, ¿lo llevamos a la casa? ¿A nuestra familia? ¿Qu�� tantas actividades se organizan en el grupo que implique estar con la familia? Evangelizar nuestra propia familia, todo un gran reto, pues a veces, la familia de algunos muchachos, son los primeros en ��burlarse�� porque se va a la parroquia y se comparte la fe con j��venes de la misma edad.  
 
 
 
 

Preguntas para la reflexi��n:  

¿Cu��l es mi verdadera motivaci��n para buscar a Jes��s?

¿Acudimos al Señor solo cuando hay dificultades, enfermedades o problemas?

¿En el tiempo que llevo en el grupo de Pastoral Juvenil, qu�� tanto he crecido en la fe?

¿Considero que estoy en ��camino�� o todav��a estoy muy ��quieto��?

¿Qu�� me gustar��a que mejorara en las relaciones con mi familia? 
 
 

Actividad.  

Hoy nuestro encuentro no termina aqu�� con el grupo, sino en cada una de nuestras casas. Cada uno deber�� organizar con su familia un momento de oraci��n y/o reflexi��n sobre lo que ha significado la Semana Santa, sobre nuestro camino como familia, evaluar nuestra relaci��n con cada uno de ellos, etc. Cada uno es el que mejor conoce la familia, as�� que sabr�� la actividad que deber�� realizar. Al d��a siguiente, en un momento, compartimos nuestra experiencia.    

  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Queridos j��venes, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros como una br��jula que indica el camino a seguir. Ley��ndola, aprender��is a conocer a Cristo.

Benedicto XVI, Mensaje para la XXI Jornada Mundial de la Juventud 2006

 
 
 
 
 
 
 

��Jes��s,  vi��ndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo le dice: ¿Quieres Curarte?��

Jn 5, 6

   Leamos el Texto de Jn 5, 1-9b 

1 Despu��s de esto, hubo una fiesta de los jud��os, y Jes��s subi�� a Jerusal��n. 2 Hay en Jerusal��n, junto a la prob��tica, una piscina que en hebreo se llama Betesda, que tiene cinco p��rticos. 3 En ellos yac��a una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paral��ticos, esperando la agitaci��n del agua 4 Porque el Ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se met��a despu��s de la agitaci��n quedaba curado de cualquier mal que tuviera. 5 Hab��a all�� un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. 6 Jes��s, vi��ndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: ��¿Quieres curarte?�� 7 Le respondi�� el enfermo: ��Señor no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua, y mientras yo voy, otro baja antes que yo�� 8 Jes��s le dice: ��Lev��ntate, toma tu camilla y anda�� 9 y al instante el hombre qued�� curado, tomo su camilla y se puso a andar

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Tantas cosas que tenemos que sanar��. 

Luego del momento de la curaci��n del hijo del funcionario, el evangelista nos pone en Jerusal��n, donde Jes��s se va a entregar por toda la humanidad.  

Jes��s se encuentra ahora en un lugar donde est��n todos los enfermos y como signo propio de su misericordia, Jes��s est�� con quienes lo necesitan. Esa es la din��mica de la misericordia de Jes��s, quien va a quien necesita ser sanado. Su inter��s por el hombre contrasta con la actitud de los jud��os, quienes mas adelante del relato, señalar��n a Jes��s, no por haber realizado un milagro, sino por haberlo hecho en s��bado.  A Jes��s lo que le importa es sanar al hombre, sanarnos a ti y a mi. 

El texto nos cuenta que era alguien quien llevaba 38 años, lo cual supone que todo el mundo le conoc��a, sin embargo, no ten��a a nadie quien le llevara a la piscina. Un contraste que deber��a ponernos a pensar.  

Jes��s antes que nada lo ve. Eso le basta para saber cu��les son sus necesidades y lo que ha estado sufriendo��La mirada de Jes��s es una mirada que llega hasta lo profundo del coraz��n, y le pregunta:

¿Quieres curarte?

El enfermo tiene ahora la oportunidad de su vida: la curaci��n, pero no se imagina que Jes��s le va a curar, seguramente el enfermo pens�� que Jes��s lo llevar��a a la piscina��pero no que Él mismo lo sanar��a.

Entonces, Jes��s le dice: ��lev��ntate, toma tu camilla y anda�� Ante la voz de Jes��s, el enfermo queda completamente curado, ya no tiene que esperar a que alguien lo lleve hasta la piscina.  

Actividad.

Materiales: Una hoja tamaño carta por participante. Bol��grafo. Una vela por participante (o un cirio grande para todos) 

La gente se arregla todos los d��as el cabello... ¿Por que no hace lo mismo con su coraz��n? 

Hoy tenemos la oportunidad de sanar muchas cosas que hemos acumulado con el caminar de los años, en una hoja, escribiremos nuestro nombre y de fondo un coraz��n. All�� colocaremos:  


 
 
Los aspectos mas valiosos de mi vida 
 
 
Lo que me gustar��a cambiar de mi vida
 
 
A quienes tengo que perdonar y pedir perd��n 
 
 
Lo que quiero que Jes��s me sane

 

Dejamos ahora la hoja en nuestro sitio. Luego cada uno tiene un minuto para ensuciar y arrugar algunas hojas de los dem��s. No se puede romper ni rayar las hojas, tampoco se puede defender la propia. Luego, vamos a reflexionar que esa hoja es nuestro coraz��n, y que algunas veces hemos herido y nos han herido, miraremos cual parte de nuestra vida esta m��s arrugada. Luego al final, junto con una vela vamos a intentar reparar y revisar nuestra hoja��y terminaremos con un momento de oraci��n y guardando la hoja en nuestra Biblia, el la p��gina donde est�� Jn 5, 1-9.  

Toma tu camilla y anda�� 

La orden de Jes��s es que tome su camilla��pero, ¿Qu�� significa esto?

Antes quien ten��a al enfermo era la camilla, pero ahora es el enfermo quien tiene la camilla, es decir, tiene el control de su vida, de sus problemas. Antes, su enfermedad y sus problemas lo ten��an a ��l.

Tomar el tim��n de nuestra vida es una orden de Jes��s, nuestra fe y escuchar la Palabra de Dios nos da la capacidad de gerenciar nuestra propia vida, caminando en compañ��a de Jes��s.  
 
 
 

Preguntas para la reflexi��n en grupo:  

¿De que esta enferma la juventud de nuestro pa��s?

¿C��mo hacemos para ��sanar�� a los j��venes de nuestro pa��s?

¿Hay j��venes que todav��a no tienen a nadie quien los lleve a Jes��s?

¿Creemos que Jes��s es nuestro verdadero salvador y sanador? ¿O todav��a andamos buscando ��piscinas��? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una v��a muy probada para profundizar y gustar la palabra de Dios es la lectio divina, que constituye un verdadero y apropiado itinerario espiritual en etapas. De la lectio, que consiste en leer y volver a leer un pasaje de la Sagrada Escritura tomando los elementos principales, se pasa a la meditatio, que es como una parada interior, en la que el alma se dirige hacia Dios intentando comprender lo que su palabra dice hoy para la vida concreta. A continuaci��n sigue la oratio, que hace que nos entretengamos con Dios en el coloquio directo, y finalmente se llega a la contemplatio, que nos ayuda a mantener el coraz��n atento a la presencia de Cristo, cuya palabra es "l��mpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el d��a y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana" (2 Pe 1,19). La lectura, el estudio y la meditaci��n de la Palabra tienen que desembocar despu��s en una vida de coherente adhesi��n a Cristo y a su doctrina.

Benedicto XVI, Mensaje para la XXI Jornada Mundial de la Juventud 2006

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

��Aqu�� hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qu�� es eso para tantos?

Jn 6, 9 
 
 

Leamos este bell��simo texto de San Juan 6, 1-15:

1 Despu��s de esto, se fue Jes��s a la otra rivera del mar de galilea, el de Tiber��ades, 2 y mucha gente le segu��a porque ve��an las señales que realizaba en los enfermos. 3 Subi�� Jes��s al monte y se sent�� all�� en compañ��a de sus disc��pulos. 4 Estaba pr��xima la Pascua, la fiesta de los jud��os.

5 Al levantar Jes��s los ojos y ver que ven��a hacia ��l mucha gente, dice a Felipe: ��¿Donde vamos a comprar panes para que coman estos?�� 6 Se lo dec��a para probarle, pues ��l sab��a lo que iba a hacer. 7 Felipe le contest��: ��Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco�� 8 Le dice uno de sus disc��pulos, Andr��s, el hermano de Sim��n Pedro: 9 ��Aqu�� hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero que es eso para tantos?�� 10 Dijo Jes��s: ��Haced que se recueste la gente.�� Hab��a en el lugar mucha hierba. Se recostaron pues, los hombres en n��mero de unos cinco mil. 11 Tom�� entonces Jes��s los panes y, despu��s de dar gracias, los reparti�� entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. 12 Cuando se saciaron, dice a sus disc��pulos ��recoged los trozos sobrantes, para que nada se pierda�� 13 Los recogieron pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que hab��an comido. 14 Al ver la gente la señal que hab��a realizado, dec��a: ��Este es verdaderamente el profeta que hab��a de venir al mundo�� 15 D��ndose cuenta Jes��s de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huy�� de nuevo al monte Él solo.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Al inicio del texto, el Evangelista nos vuelve a insistir el motivo por el que la gente segu��a a Jes��s: porque ve��a las señales que realizaba en los enfermos. Para el Evangelio de Juan es muy el creer, y aqu�� ya se vislumbran elementos del misterio pascual, Jes��s y sus disc��pulos est��n pr��ximos a la pascua jud��a, pero Jes��s les dar�� ahora el pan, para una pascua nueva.  

Jes��s no deja de pensar en la multitud, a pesar de que lo buscan por sus señales, mira a la multitud y se preocupa por ella. Signo propio de la misericordia de Dios, que no deja morir a su pueblo de hambre.

La respuesta de Felipe nos indica la intenci��n humana de resolver un problema de la gente. Doscientos denarios, que de hecho es bastante (un denario era el salario diario de un trabajador), no responde ante este desaf��o.  

Lo poco que da un joven en manos de Jes��s, puede marcar la diferencia 

Aparece aqu�� Andr��s, el primero que tuvo la experiencia de Jes��s, indicando que hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces. La desproporci��n es grand��sima en cuanto con lo que se cuenta y con lo que se necesita. Pero esto en manos de Jes��s, es suficiente. Y ahora hay aqu�� otro elemento importante, lo que tiene el muchacho lo regala, pues Felipe pensaba comprar. Cuando un joven da con generosidad, Jes��s lo convierte en 100 veces m��s. Recordemos cuando Pedro le pregunt�� sobre la recompensa que iban a recibir por darlo todo, y Jes��s le contesto: ��Y todos los que por seguirme hayan dejado a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos o a sus hermanas, al padre o la madre, su casa o un terreno, recibir��n cien veces m��s de lo que dejaron, y tendr��n adem��s vida eterna�� Mt 19, 29.  

En este texto vemos mas que cumplida esa promesa. Ese muchacho recibi�� cien veces mas, de los cuales pudieron alimentar a los cinco mil hombres, adem��s de recibir a Jes��s como promesa del Padre para la vida eterna.  

La recogida de los doce canastos, significa la gran abundancia de pan que hubo. As�� como el pan, el amor, la paz, y la gracia que uno recibe de Jes��s es abundante. El ��derrocha�� su amor por cada uno de nosotros. Incluso hay pan para las personas que se va a encontrar en su camino, ��recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda��. Si estamos con Jes��s, siempre tendremos el pan de vida, para nosotros y para nuestras familias.  

El relato termina con la reacci��n de la gente: ��Este es verdaderamente el profeta que hab��a de venir al mundo�� Pero desafortunadamente tampoco es lo planeado por Jes��s, y por eso se va al monte solo, pues quer��an forzarlo para que fuera Rey.  La muchedumbre ha reconocido a Jes��s como un signo del Reino, como el Profeta que hab��a de venir, pero Jes��s tambi��n sabe que ��stas mismas personas que les ha calmado el hambre, incluso, muchos de los que fueron curados o beneficiados, ser��n los mismos que lo entregar��n a la crucifixi��n.  Este es el total rechazo de quienes lo han buscado por un inter��s material.  Es la misma actitud de muchos j��venes de hoy, que buscan a Jes��s por un simple favor, porque necesitan pasara una examen en el colegio, porque necesitan conseguir dinero, porque est��n enfermos, porque... en fin, buscamos a Jes��s por necesidad, y no porque estemos convencidos de Él como nuestro salvador 
 
 
 
 

Algunos elementos de discipulado 

Hay dos grandes grupos de personas que concentra el relato: la multitud, que ahora se sacia del pan de Jes��s, pero hay quienes dan un paso mas: los doce. Ellos no est��n recostados en el c��sped, sino que est��n repartiendo incansablemente el pan a toda la multitud. Y no solo lo reparten, sino que se quedan hasta el final para recoger ��el desorden de la fiesta��. All�� hay un elemento important��simo del discipulado: Un primer paso del discipulado donde se recibe, pero tambi��n hay un segundo paso que es cuando se da a los dem��s. ��La Fe se fortalece d��ndola�� (Juan Pablo II). Hasta all�� tenemos que llegar: a dar el pan de vida a los dem��s.  
 

La Pastoral Juvenil: Una expresi��n de la Solidaridad 

Los j��venes en la Iglesia no solo estamos llamados a recibir, sino a dar, y no porque nos toque, sino porque tenemos mucho que dar. Darle el rostro joven de Jes��s a la Iglesia y al mundo, es nuestra gran misi��n.  

Preguntas para la reflexi��n en grupo 

¿Qu�� compromisos me dej�� la vivencia del año de la Eucarist��a?

¿C��mo vivimos en la Pastoral Juvenil el reto que Jes��s le pone a Felipe?

¿C��mo en el grupo juvenil podemos calmar el hambre y la pobreza del mundo entero?

¿Cu��les son mis panes y mis peces que ofrezco al Señor y a la Iglesia?

¿Qu�� tan solidario soy?

¿En que grupo estoy, en los cinco mil o en los doce? ¿En que grupo quiero estar? 

Actividad 

Organizar con los j��venes y las familias la hora santa.  
 

   
 
 
 
 

El mismo Esp��ritu est�� activamente presente en la Celebraci��n eucar��stica cuando el sacerdote, pronunciando "in persona Christi" las palabras de la consagraci��n, convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, para que sean alimento espiritual de los fieles. Para avanzar en la peregrinaci��n terrena hacia la Patria celeste, ¡todos tenemos que nutrirnos de la palabra y del pan de Vida eterna, inseparables entre ellos!

Benedicto XVI, Mensaje para la XXI Jornada Mundial de la Juventud 2006

  
 
 
 
 
 
 
 
 
 

"¿Señor, donde quien vamos a ir? Tu tienes Palabras de Vida eterna"

Jn 6, 68 

66 Desde entonces, muchos de sus disc��pulos se volvieron atr��s y ya no andaban con ��l.

67 Jes��s les dijo entonces a los doce: ¿Tambi��n vosotros quer��is marcharos?

68 Le respondi�� Sim��n Pedro: Señor, ¿d��nde quien vamos a ir? T�� tienes palabras de vida eterna

69 y nosotros creemos y sabemos que t�� eres el Santo de Dios

70 Jes��s les respondi��: ¿no os he elegido yo a vosotros, los doce? Y uno de vosotros es un diablo

71 Hablaba de Judas, hijo de Sim��n Iscariote, porque ��ste le iba a entregar, uno de los doce.

 

Miremos detenidamente el texto de Jn 6, 66-71: 

Jes��s ha vivido intensos momentos con sus disc��pulos: estuvo con ellos y con su madre en una boda, han compartido en varias ciudades, han visto curar enfermos, estuvieron presentes en la multiplicaci��n de los panes, han escuchado sus palabras...en fin.

Pero llega un momento clave en la vida de los disc��pulos: Jes��s les pide que tengan fe, que crean en el mismo. Jes��s les dice quien es y lo que har��.  

Ante eso, parece que algunos disc��pulos se escandalizan y se decepcionan. Vuelven atr��s y ya no andaban m��s con ��l (v 66). Es como si a mitad de camino se hubieran ��desencantado�� de Jes��s y hubieran desertado.  

Ahora Jes��s pone la mirada sobre sus amigos, los doce disc��pulos, y les hace la pregunta: ¿tambi��n vosotros quer��is marcharos?... ¿cu��l ser��a la respuesta que Jes��s estar��a esperando de sus amigos con quien ha compartido tantos momentos? 

La respuesta de Sim��n Pedro, en nombre de los doce, descarta de entrada otra escuela, otro maestro. En Palestina, abundaban los maestros de filosof��a y escuelas itinerantes de este tipo de pensamiento... ¿por que se quedan los doce con Jes��s? Pedro  lo dice: solo t�� tienes palabras de vida eterna... 

Quiz�� muchos de los que siguieron a Jes��s, lo hicieron durante un tiempo por sus señales o por otros motivos, pero los doce est��n all��, porque Jes��s mismo los llam��, uno por uno.  
 
 

¿Retroceder? ¡Ni para coger impulso!  

El grupo se ha dividido en dos. El primero deja a Jes��s porque no es capaz de asumir con radicalidad su propuesta. Lo hacen casi impulsivamente, quiz�� como impulsivamente llegaron motivados por las señales y los milagros. En cambio, Pedro, toma la vocer��a del grupo, analizando un poco m��s con calma, viendo todo lo que han vivido, y sobre todo porque sabe que Jes��s no es cualquier pintado en la pared: ��l sabe y cree que es el santo de Dios.  

Esto nos debe llamar la atenci��n de c��mo nosotros los j��venes tomamos decisiones�� ¿pensamos? O nos dejamos llevar por impulsos�� o por voces de los dem��s.  

Somos llamados por ��l, por su amor, porque ��l es el primero en creer en nosotros, porque somos para Jes��s sus ��doce�� en nuestras comunidades.

 

Actividad: Los dos caminos.

Materiales: Biblia. Papel peri��dico, recortes de revistas. Dos o mas grabadoras o equipos de sonido. Hoja por participante y esfero.  

Tomemos como referencia el salmo 1.

Ubicamos dos salones. El primero esta oscuro, y representamos con im��genes, frases, estatuas humanas las cosas que nos alejan del camino de Dios. Durante un momento se ponen varias grabadoras y equipos de sonido a la vez y alguien intenta hablarles a los j��venes sin que puedan escuchar entre tanto ruido. Al salir del sal��n, a cada uno se le da una hoja con el salmo 1, donde hayan unos renglones donde puedan escribir. Se les da 15 o 20 minutos para que mediten, ¿qu�� caminos se encuentran el la vida del joven? ¿qu�� caminos he escogido en mi vida? ¿realmente he sabido escoger y tomar decisiones en mi vida? Luego Pasan a otro sal��n, donde hay una imagen de Jes��s y un letrero bien grande donde diga ��Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ��. All�� meditamos sobre las preguntas para la reflexi��n en grupo.     
 

Preguntas para la reflexi��n en grupo:  

¿He pensado alguna vez retroceder en mi camino de fe?

¿En este camino, que es lo que m��s dif��cil me ha parecido?

¿Qui��n es Jes��s para m��? ¿Por qu�� todav��a sigo con ��l?

Pedro para tomar esa decisi��n escuch�� a su coraz��n. ¿Yo hago lo mismo cuando tomo decisiones?

¿C��mo respondo al llamado que Jes��s me ha hecho de ser su disc��pulo? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

��As�� como mi Padre me envi��, tambi��n yo los env��o��

Jn 20, 21 
 

Hagamos un gran salto en el Evangelio de Juan, hasta el cap��tulo 20, 19-23:  

19 Al atardecer de aquel d��a, el primero de la semana, estando cerradas por miedo a los jud��os, las puertas del lugar donde se encontraban los disc��pulos,  se presento Jes��s en medio de ellos y les dijo: ��la paz est�� con vosotros�� dicho esto, les mostr�� las manos y el costado. Los disc��pulos se alegraron de ver al Señor. 21 Jes��s les dijo otra vez: la paz est�� con vosotros.

Como el Padre me envi��, Tambi��n yo os env��o

Dicho esto, soplo sobre ellos y les dijo: Recibid el Esp��ritu Santo 23 A quienes perdon��is los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los reteng��is, les quedan retenidos.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

¡Del temor a la alegr��a! 

La alegr��a de ver al Señor, luego de los sucesos de la pasi��n y muerte, no se podr��a comparar con cualquier cosa. ¡Jes��s esta Vivo! Y para que no haya dudas, les muestra las manos y el costado.  

Ahora los disc��pulos pasan del temor a ser encontrados por los jud��os, similar a la tristeza de los disc��pulos de Ema��s, quienes creyeron que todo hab��a terminado all��, en la cruz; pasan a la Alegr��a de ver al Señor, quien ha cumplido con su promesa, quien ha cumplido con la Jes��sda del Padre.  

Llama la atenci��n de Jes��sda el detalle de, que a��n en momentos de miedo y dificultad, los disc��pulos siguieron juntos, como una real comunidad. La vida de grupo es clave en la vivencia del resucitado. Todos est��n (excepto Tom��s) a��n en las situaciones mas dif��ciles.   

La Paz de Jes��s es el Don m��s precioso que los disc��pulos reciben. No es la paz que dan los hombres, o las situaciones. La paz de Jes��s es una paz plena y total. Jes��s en respuesta de la alegr��a de los disc��pulos, les vuelve a dar la paz.   

All�� est�� la verdadera alegr��a: en Jes��s. Del resto podr��amos decir que son imitaciones, pero la real y plena alegr��a nos la da la presencia del Señor, como la alegr��a que experimentaron los magos al ver al niño (Mt 2, 10), o la alegr��a de Isabel y el niño en el vientre al ver a Mar��a embarazada (Lc 1, 41).  
 
 

Una Alegr��a que nos env��a a la misi��n 

Luego de la Paz, Jes��s enviado del Padre, env��a a sus disc��pulos, anunciar el amor, a anunciar la vida, a anunciar que ¡Jes��s Vive! 

La experiencia de Jes��s no es algo que se pueda guardar para si mismo, es algo que nos lleva a anunciar a todas las personas lo que creemos, lo que celebramos. ��Estad alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres�� nos dice San Pablo (Filipenses 4, 4). Esa alegr��a nos lleva a ser disc��pulos y misioneros de Jes��s. Llamados por ��l mismo, entramos a una escuela de fe en la cual vivimos con Jes��s, para Jes��sde anunciarlo en nuestro apostolado, en el grupo, en la parroquia, en el trabajo, etc.  

Actividad: Enviados para Anunciar la Alegr��a de la Salvaci��n.

Materiales: Una cruz por persona (de colgar al cuello). Un mapa de Colombia 

Las cruces se colocan en una bandeja encima de un mapa de Colombia en el centro del grupo. Se hace un c��rculo y se comparte lo que se ha vivido en estos d��as de Pascua Juvenil. Se hablan de los compromisos que cada uno adquiere para su vida. Luego cada uno, va tomando una cruz y se la coloca a quien tiene al lado. La persona que coloca la cruz dice ��Jes��s cuenta contigo�� y quien la que recibe dice: ��y yo cuento con Jes��s�� 
 

Preguntas para la Reflexi��n:

¿Cu��l es mi ��territorio de misi��n��?

Despu��s de esta Pascua Juvenil, que significa para ti ��L��mpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi camino" Sal 119, 105?

Medita sobre los siguientes textos: Jn 14 23-24, Jn 15, 7.  

Cuando encontr�� tus palabras yo las devoraba; tus palabras eran mi delicia y la alegr��a de mi coraz��n, porque he sido consagrado a tu nombre Señor, Dios todopoderoso.

Jerem��as 15, 16

 

 

 

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA XXI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD – 9 DE ABRIL DE 2006 

¡Queridos j��venes!

Al dirigirme con alegr��a a vosotros que os est��is preparando para la XXI Jornada Mundial de la Juventud, revivo en mi alma el recuerdo de las experiencias enriquecedoras hechas en Alemania el pasado mes de agosto. La Jornada de este año se celebrar�� en las diferentes Iglesias locales y ser�� una ocasi��n oportuna para reavivar la llama del entusiasmo encendida en Colonia y que muchos de vosotros hab��is llevado a las propias familias, parroquias, asociaciones y movimientos. Ser�� al mismo tiempo un momento privilegiado para hacer participar a tantos amigos vuestros en la peregrinaci��n espiritual de las nuevas generaciones hacia Cristo.

El tema que propongo a vuestra consideraci��n es un vers��culo del Salmo 118[119]: "Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero" (v. 105). El amado Juan Pablo II coment�� as�� estas palabras del Salmo: "El orante se derrama en alabanza de la Ley de Dios, que toma como l��mpara para sus pasos en el camino a menudo oscuro de la vida" (Audiencia general del mi��rcoles 14 de noviembre de 2001, L��Osservatore Romano, edici��n española, p. 12 [640]). Dios se revela en la historia, habla a los hombres y su palabra es creadora. En efecto, el concepto hebreo "dabar", habitualmente traducido con el t��rmino "palabra", quiere significar tanto palabra como acto. Dios dice lo que hace y hace lo que dice. En el Antiguo Testamento anuncia a los hijos de Israel la venida del Mes��as y la instauraci��n de una "nueva" alianza; en el Verbo hecho carne Él cumple sus promesas. Esto lo pone tambi��n en evidencia bien el Catecismo de la Iglesia Cat��lica: "Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra ��nica, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habr�� otra palabra m��s que ��sta" (n. 65). El Esp��ritu Santo, que gui�� al pueblo elegido inspirando a los autores de las Sagradas Escrituras, abre el coraz��n de los creyentes a la inteligencia que ��stas contienen. El mismo Esp��ritu est�� activamente presente en la Celebraci��n eucar��stica cuando el sacerdote, pronunciando "in persona Christi" las palabras de la consagraci��n, convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, para que sean alimento espiritual de los fieles. Para avanzar en la peregrinaci��n terrena hacia la Patria celeste, ¡todos tenemos que nutrirnos de la palabra y del pan de Vida eterna, inseparables entre ellos!

Los Ap��stoles acogieron la palabra de salvaci��n y la transmitieron a sus sucesores como una joya preciosa custodiada en el cofre seguro de la Iglesia: sin la Iglesia esta perla corre el riesgo de perderse o hacerse añicos. Queridos j��venes, amad la palabra de Dios y amad a la Iglesia, que os permite acceder a un tesoro de un valor tan grande introduci��ndoos a apreciar su riqueza. Amad y seguid a la Iglesia que ha recibido de su Fundador la misi��n de indicar a los hombres el camino de la verdadera felicidad. No es f��cil reconocer y encontrar la aut��ntica felicidad en el mundo en que vivimos, en el que el hombre a menudo es reh��n de corrientes ideol��gicas, que lo inducen, a pesar de creerse "libre", a perderse en los errores e ilusiones de ideolog��as aberrantes. Urge "liberar la libertad" (cfr. Enc��clica Veritatis splendor, 86), iluminar la oscuridad en la que la humanidad va a ciegas. Jes��s ha mostrado c��mo puede suceder esto: "Si os manten��is en mi Palabra, ser��is verdaderamente mis disc��pulos, y conocer��is la verdad y la verdad os har�� libres" (Jn 8, 31-32). El Verbo encarnado, Palabra de Verdad, nos hace libres y dirige nuestra libertad hacia el bien. Queridos j��venes, meditad a menudo la palabra de Dios, y dejad que el Esp��ritu Santo sea vuestro maestro. Descubrir��is entonces que el pensar de Dios no es el de los hombres; ser��is llevados a contemplar al Dios verdadero y a leer los acontecimientos de la Historia con sus ojos; gustar��is en plenitud la alegr��a que nace de la verdad. En el camino de la vida, que no es f��cil ni est�� exento de insidias, podr��is encontrar dificultades y sufrimientos y a veces tendr��is la tentaci��n de exclamar con el Salmista: "Humillado en exceso estoy" (Sal118 [119], v. 107). No os olvid��is de añadir junto a Él: Señor "dame la vida conforme a tu palabra... Mi alma est�� en mis manos sin cesar, mas no olvido tu ley" (ibid., vv. 107.109). La presencia amorosa de Dios, a trav��s de su palabra, es antorcha que disipa las tinieblas del miedo e ilumina el camino, tambi��n en los momentos m��s dif��ciles.

Escribe el Autor de la Carta a los Hebreos: "Es viva la palabra de Dios y eficaz, y m��s cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el esp��ritu, hasta las junturas y m��dulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del coraz��n" (4,12). Es necesario tomar en serio la exhortaci��n de considerar la palabra de Dios como un "arma" indispensable en la lucha espiritual; ��sta act��a eficazmente y da fruto si aprendemos a escucharla para obedecerle despu��s. Explica el Catecismo de la Iglesia Cat��lica: "Obedecer (ob-audire) en la fe, es someterse libremente a la Palabra escuchada, porque su verdad est�� garantizada por Dios, la Verdad misma" (n. 144). Si Abrah��n es el modelo de esta escucha que es obediencia, Salom��n se revela a su vez como buscador apasionado de la sabidur��a contenida en la Palabra. Cuando Dios le propone: "P��deme lo que quieras que te d��", el sabio rey contesta: "Concede, pues, a tu siervo, un coraz��n que entienda" (1 Re 3,5.9). El secreto para tener un "coraz��n que entienda" es formarse un coraz��n capaz de escuchar. Esto se consigue meditando sin cesar la palabra de Dios y permaneciendo enraizados en ella, mediante el esfuerzo de conocerla siempre mejor.

Queridos j��venes, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros como una br��jula que indica el camino a seguir. Ley��ndola, aprender��is a conocer a Cristo. San Jer��nimo observa al respecto : "El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo" (PL 24,17; cfr. Dei Verbum, 25). Una v��a muy probada para profundizar y gustar la palabra de Dios es la lectio divina, que constituye un verdadero y apropiado itinerario espiritual en etapas. De la lectio, que consiste en leer y volver a leer un pasaje de la Sagrada Escritura tomando los elementos principales, se pasa a la meditatio, que es como una parada interior, en la que el alma se dirige hacia Dios intentando comprender lo que su palabra dice hoy para la vida concreta. A continuaci��n sigue la oratio, que hace que nos entretengamos con Dios en el coloquio directo, y finalmente se llega a la contemplatio, que nos ayuda a mantener el coraz��n atento a la presencia de Cristo, cuya palabra es "l��mpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el d��a y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana" (2 Pe 1,19). La lectura, el estudio y la meditaci��n de la Palabra tienen que desembocar despu��s en una vida de coherente adhesi��n a Cristo y a su doctrina.

Advierte el ap��stol Santiago: "Pero ten��is que poner la Palabra en pr��ctica y no s��lo escucharla engañ��ndoos a vosotros mismos. Porque quien se contenta con o��r la palabra, sin ponerla en pr��ctica, es como un hombre que contempla la figura de su rostro en un espejo: se mira, se va e inmediatamente se olvida de c��mo era. En cambio, quien considera atentamente la ley perfecta de la libertad y persevera en ella -no como quien la oye y luego se olvida, sino como quien la pone por obra- ��se ser�� bienaventurado al llevarla a la pr��ctica." (St 1,22-25). Quien escucha la palabra de Dios y se remite siempre a ella pone su propia existencia sobre un s��lido fundamento. "Todo el que oiga estas palabras m��as y las ponga en pr��ctica, - dice Jes��s - ser�� como el hombre prudente que edific�� su casa sobre roca" (Mt 7,24): no ceder�� a las inclemencias del tiempo.

Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegr��a la palabra y poniendo en pr��ctica la doctrina: ¡he aqu��, j��venes del tercer milenio, cu��l debe ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generaci��n de ap��stoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desaf��os de nuestro tiempo y dispuestos a para difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo - aun sin saberlo - espera de vosotros! Y si Jes��s os llama, no teng��is miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone de seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No teng��is miedo; fiaos de Él y no quedar��is decepcionados.

Queridos amigos, con la XXI Jornada Mundial de la Juventud, que celebraremos el pr��ximo 9 de abril, Domingo de Ramos, emprenderemos una peregrinaci��n ideal hacia el encuentro mundial de los j��venes, que tendr�� lugar en Sydney en el mes de julio de 2008. Nos prepararemos a esta gran cita reflexionando juntos sobre el tema El Esp��ritu Santo y la misi��n, a trav��s de etapas sucesivas. En este año concentraremos la atenci��n en el Esp��ritu Santo, Esp��ritu de verdad, que nos revela Cristo, el Verbo hecho carne, abriendo el coraz��n de cada uno a la Palabra de salvaci��n, que conduce a la Verdad toda entera. El año siguiente, 2007, meditaremos sobre un vers��culo del Evangelio de San Juan: "Como yo os he amado, as�� am��os tambi��n vosotros los unos a los otros" (13,34) y descubriremos a��n m��s profundamente c��mo el Esp��ritu Santo es Esp��ritu de amor, que infunde en nosotros la caridad divina y nos hace sensibles a las necesidades materiales y espirituales de los hermanos. Por ��ltimo llegaremos al encuentro mundial del año 2008, que tendr�� como tema: "Recibir��is la fuerza del Esp��ritu Santo, que vendr�� sobre vosotros, y ser��is mis testigos" (Hch 1,8).

Desde ahora, en un clima de incesante escucha de la palabra de Dios, invocad, queridos j��venes, el Esp��ritu Santo, Esp��ritu de fortaleza y de testimonio, para que os haga capaces de proclamar sin temor el Evangelio hasta los confines de la tierra. Mar��a, presente en el Cen��culo con los Ap��stoles a la espera del Pentecost��s, os sea madre y gu��a. Que Ella os enseñe a acoger la palabra de Dios, a conservarla y a meditarla en vuestro coraz��n (cfr. Lc 2,19) como lo hizo Ella durante toda la vida. Que os aliente a decir vuestro "s��" al Señor, viviendo la "obediencia de la fe". Que os ayude a estar firmes en la fe, constantes en la esperanza, perseverantes en la caridad, siempre d��ciles a la palabra de Dios. Os acompaño con mi oraci��n, mientras a todos os bendigo de coraz��n.

Desde el Vaticano, 22 de febrero de 2006, Fiesta de la C��tedra de San Pedro Ap��stol.

BENEDICTUS XVI PP. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

 

Un Testimonio de la Palabra: Mart��n Valverde

 

Primer Acercamiento a la Palabra de Dios 

Cuando regres�� a casa despu��s de aquel campamento para j��venes en el que tuve mi encuentro con el Señor, todo lo relacionado con Él se hab��a renovado para m��, primero mi relaci��n y por supuesto toda la riqueza que encerraba La Iglesia era ahora un tesoro por descubrir. 

Cuando entr�� al estudio en donde estaban mis libros del colegio me puse a la b��squeda de uno al que nunca le hab��a dado mayor importancia, pues era libro de texto obligado en la clase de "religi��n" del colegio. 

Era una Biblia regordeta en papel color casi mamey en un español antiguo, (muy po��tico, pero antiguo), la tom�� y me fui a mi cuarto a leerla, le�� en especial los Evangelios, y me sorprend�� cuan cerca estaba el Amigo, el Nuevo Amigo llamado Jes��s, y cuanto m��s le��a m��s sed me daba de o��rlo. 

Me dio la madrugada leyendo ese "viejo" libro, quise subrayar todo lo que me llamaba la atenci��n y desist�� cuando me di cuenta que la estaba subrayando toda.

Tuve, durante estos años, un buen acompañamiento y una muy vanguardista formaci��n para acercarme a la Palabra, y para poder adem��s llevarla a todas las partes donde el Esp��ritu as�� ha querido.

Desde aquel instante he sido un incansable colaborador de todo lo que tenga que ver con acercar la Palabra al Pueblo de Dios y hacerla vida.  
 
 

Participaci��n en el proyecto de La Biblia Cat��lica para J��venes (BCJ) 

Primero que nada estamos seguros (la gente de Dynamis y su servidor) de que se trat�� de un privilegio el poder participar en esta parte del proyecto, es un verdadero regalo de Dios.

Cuando conoc�� La BCJ me llev�� una gran sorpresa pues en esta presentaci��n a primera vista se pueden ver con claridad (desde mi experiencia) dos cosas que la diferencian de otras presentaciones. Una su objetivo, los j��venes —La Palabra es para todos, pero esta presentaci��n se toma el riesgo de ir por un personaje especial y para el cual la Palabra es de vital importancia para su sobrevivencia "Los J��venes" (con los cuales trabajo todo el tiempo, y para los cuales, me consta la Palabra es todav��a una amiga que hay que presentarles)— .

Y segundo, me llam�� poderosamente la atenci��n que es una de las pocas presentaciones en las cuales no importa la p��gina en la que la abras, el trabajo desarrollado dentro de ella, en conceptos, palabras, pensamientos y hasta diseño te va guiando como lo har��an señales de tr��nsito en una carretera nueva, en fin que no la cierras a la primera rindi��ndote por no entender lo que te quieren decir. 

Dios siempre ha hecho el milagro de que le entendamos su Palabra a pesar de presentaciones en Español del tiempo del Quijote, creo que en esta ocasi��n hasta una sonrisa se le puede ver en los labios por el resultado dado.

Por ello fue f��cil pensar en una canci��n, el lema de la BCJ es muy claro y me aboqu�� a ��l.  ��VIVELA, CONOCELA, HAZLA PARTE DE TU ORACION��. Eso no era solo un anuncio publicitario, era mi experiencia personal con la Biblia por lo que me fue muy sencillo llegar a expresarlo con m��sica.

Tengo hijos adolescentes y trabajo con j��venes todo el tiempo, y estoy convencido de aquel consejo dado en el Salmo, el joven vivir�� seguro y limpiar�� su camino si vive de acuerdo con la Palabra de Dios. En un mundo donde cada vez m��s la oscuridad tiene tanta publicidad, La BCJ es una luz para todos los j��venes que est��n esperando escuchar la Palabra de Dios.

Le damos gracias a Dios por dejarnos participar con un granito de arena musical en este hermoso proyecto. 

J��venes, VIVANLA. 

MARTIN

Salmo 115,1 
 
 
 
 
 
 

��Toda escritura es inspirada por Dios, y es ��til para enseñar, para persuadir, para corregir, para educar en rectitud, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y est�� preparado para hacer el bien��

1 Tim 3, 16-17

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

  
 

 

PEREGRINACIÓN NACIONAL DE LA JUVENTUD

Buga, Junio 30 – Julio 3 

¡Prep��rate para una experiencia inolvidable! 

Viviremos:   

  • Catequesis
  • Actos Culturales
  • Fogatas
  • Marchas
  • Actividades deportivas y de recreaci��n
  • Vigilia
  • ¡Y muchas actividades m��s!
 

Inf��rmate con tu Delegado Diocesano de Pastoral Juvenil 

 
 
 
 
 

Les rogamos que nos env��en sus comentarios y sugerencias de la elaboraci��n de este texto a:

 

juventud@cec.org.co


 

 

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